sábado, 12 de febrero de 2011

Amor de amigas (By Daii ♥)




Emma y Alexandra llegaban a la sala común luego de un agitado día de clases. La ultima de ellas, hacia tan solo unos pocos minutos, fue Astronomía. Era más de medianoche y ninguna de las dos tenía sueño, así que, viendo como cada uno de sus compañeros subía a su respectiva habitación, ambas decidieron quedarse a charlar allí, frente a la chimenea. Como ellas eran las únicas alumnas que habían sido seleccionadas para Gryffindor apenas llegaron al colegio, no debían compartir la habitación con nadie, así que daba igual ir a su cuarto, o quedarse charlando por ahí.

Sin dudarlo, se sentaron en el sillón mas grande que estaba frente al fuego, una al lado de la otra, y subieron sus pies sobre la mesita ratona para encontrar mas comodidad.

-Que dia pesado, no crees? - comento Emma desperezandose

-Demasiado. Cada semana que pasa, odio más la clase de Historia de la Magia. No puedo creer que sea tan aburrida - contesto Alexandra con la vista fija en el fuego.

-No te note tan aburrida mientras te hacías ojitos con Colin - sonrío Emma y codeo a su amiga

-Mira quien habla - contesto Alexandra - por lo que pude notar, Matt no paro de mandarte mensajitos... a propósito, que decían esos pequeños pergaminos? - indago

-Nada de otro mundo. Decía que me quería ver en privado - sonrío y se sonrojo levemente. Alexandra la miro de reojo durante unos segundos y luego volvió su vista al fuego. Tras un par de minutos, rompió el silencio.

-Ya lo has hecho con Matt? - pregunto casi en un susurro y mirando a su amiga fijamente.

-Si hicimos que? - pregunto mirándola de reojo y sin entender

-Si ya han hecho el amor con Matt - le repitió en voz baja. Emma la miro a los ojos y sonrío.

-Si, ya lo hicimos. Varias veces. Y tu? Lo hiciste con Colin?

-Si, solo una vez pero... creo que el único que la paso bien fue el - dijo mirando hacia un costado. Emma no quiso preguntar, así que se limito a esperar a que su amiga se decidiese a contarle sobre aquella situación. Luego de un nuevo silencio, Alexandra se volvió a su amiga.

-Te puedo preguntar algo? - dijo girando hacia ella pero esquivándole la mirada.

-Si, por supuesto... - contesto Emma

-Que sientes cuando tienes un orgasmo? - le pregunto sonrojándose al extremo. Emma sonrío al ver el nerviosismo de su amiga y la tomo de la mano.

-Se siente como si... es un placer total. El cuerpo se eleva en temperatura... Alex, jamás tuviste uno? - le pregunto mirándola a los ojos. Ella negó con la cabeza.

-Soy una idiota por eso? - le pregunto recostándose sobre las piernas de su amiga. Emma comenzó a acariciarle el cabello dulcemente.

-Claro que no lo eres. Tal vez estabas nerviosa porque era la primera vez que lo hacías... pueden haber ocurrido muchas circunstancias - dijo mirándola a los ojos. Alexandra sonrió y le devolvió a su amiga la mirada, pero inmediatamente, sus labios captaron toda la atención. Jamás se había dado cuenta, pero los labios de su amiga eran bastante carnosos, un dulce manjar que, en aquel momento, estaba deseosa de probar. Incorporándose y sentándose nuevamente erguida en el sillón, comenzó a mirar a Emma sin que ella lo notase. Tenía un cuerpo hermoso. Era delgada, alta, con el cabello color chocolate, y una figura magistral. Su vista se detuvo enseguida en sus pechos. Eran lo bastante grande para hacerse notar, pero lo normal que una muchacha de un poco mas edad que ella solía llevar. Estuvo hipnotizada con ellos por unos segundos, disfrutando de como se movían por debajo del sweater, al ritmo de la respiración de su amiga.

-Estas bien? - le pregunto Emma notándola perdida en sus pensamientos.

-Si... - contesto vagamente, y al momento siguiente, se acerco lo suficiente a su amiga para apoyar sus labios sobre los de ella. Al darse cuenta de lo que había hecho, se alejo y la miro completamente sonrojada.

-Lo siento - se disculpo tapándose la boca con ambas manos, pero en ese instante, Emma reacciono de una forma que ella jamás habría imaginado. Poniéndose de rodillas en el sillón, se acerco a su compañera y suavemente le aparto las manos de los labios para dejarlos a su merced. Lentamente se acerco a ellos y comenzó a besarlos dulce y suavemente. Alexandra se sentía en las nubes. Aquellos labios eran lo que ella imaginaba y encendían un fuego jamás pensado en su cuerpo. Lo que empezó como un suave roce, se fue transformando en algo mas fogoso y Emma comenzó a separar los labios de su amiga, suavemente con la lengua. Entregándose a ella, Alexandra no opuso resistencia y, cuando se dio cuenta, sus lenguas jugueteaban dentro de sus bocas. Por inercia, levanto una de sus manos y la llevo a la espalda de su amiga. Inmediatamente comenzó a acariciarla, mientras sus lenguas seguían entrelazadas.

De un instante a otro, Emma abandono los labios de su amiga y comenzó a besarle el cuello.

-Tienes una piel hermosa - dijo entre besos. Alexandra perdía cada vez más el control de su cuerpo y se entregaba a su amiga. Emma no paro un instante. Con ambas manos le desabrocho la camisa y suavemente le bajo el sostén, para dejar al descubierto unos pechos perfectos. Los pezones de su amiga eran rosados y bastante grandes, y estaban completamente duros debido a la excitación del momento. Emma no dudo un instante y se llevo uno de ellos a la boca. Tras aquella acción, Alexandra dejo escapar un suave gemido y tomo a su amiga de la nuca con una mano, mientras que con la otra intentaba levantarle el sweater para acariciarle la piel. Con cada movimiento de Emma, Alexandra se excitaba aun mas. Mientras su amiga lamia uno de sus pechos, dándole esporádicas mordidas, con la otra mano bajaba acariciándole la cintura y los glúteos. La respiración de Alexandra se agitaba cada vez mas, así que separando a su amiga de ella, la obligo a que se sentase nuevamente en el sillón, y ella se le sentó encima, frente a frente, para volver a enredarla en un desesperado beso de pasión contenida. Rápidamente, le saco el sweater junto con la remera, y con este hecho, quedaron al descubierto los pechos sin sostén de Emma. Sin dejar de besarla, Alexandra comenzó a acariciarlos y apretarlos, notando que los pezones de su amiga estaban igual de duros que los de ella. Suavemente lo tomo con sus dedos, y comenzó a darle pequeños pellizcos, con lo que su amiga lanzo un suave gemido de placer. Abandonando sus labios por un rato y comenzó a rozar los pezones de su amiga con los suyos, lo cual causaba gran placer en ambas. Emma comenzó a bajar ambas manos por la espalda de su amiga, hasta posarse por completo en la redondez de su cola. Aquella era perfecta. La acariciaba por debajo de la pollera, y cuando Alexandra volvió a enredarle la lengua en su boca, se aventuro a introducirle una de sus manos por debajo de la ropa interior. Alexandra no aguantaba más, pero al mismo tiempo, no tenia ni idea con que paso debía seguir así que, se acerco al oído de su amiga.

-Haz de mi a tu antojo – le susurro y mordió el lóbulo de su oreja. Para Emma, aquellas fueron las palabras mágicas. Depositando a Alexandra de espaldas en el sillón, comenzó a jugar con su lengua en el ombligo de su amiga, mientras le acariciaba suavemente la parte de adentro de los muslos. Luego de unos segundos bastantes intensos, despojo a su amiga de lo que le quedaba de ropa y muy suavemente comenzó a estimularla con una de sus manos. Alexandra perdió el ultimo halo de aliento que le quedaba y comenzó a retorcerse del placer. Al notar esto, Emma decidió avanzar un poco mas en sus juegos, así que, separándole un poco las piernas, comenzó a jugar con su lengua en el clítoris de su amiga, mientras introducía en ella dos de sus dedos. Aquello la hacia explotar de placer, así que, sin poder aguantar mas, Alexandra profirió un fuerte gemido y tuvo el primer orgasmo de su vida, inundando a su amiga con la calidez de sus jugos interiores.

Emma se sentía complacida con aquello, así que posicionándose sobre su amiga, volvió a besarle los labios.

-Que tal tu primer orgasmo? – le pregunto entre besos.

-Fue la mejor experiencia de mi vida – contesto ella, completamente decidida a retribuirle aquello a su amiga. Esta vez, la que pensaba ir más allá, era Alexandra.

Sin dudarlo, dio media vuelta para quedar sobre Emma. Mientras le lamia los pechos con una fogosa determinación, bajo una de sus manos hasta la parte mas intima de su amiga, para notar que su ropa interior, estaba completamente mojada por la excitación. Sin hacerla esperar un segundo, corrió su ropa interior y comenzó a estimularla, lo cual provoco pequeños gemidos en Emma mientras también introducía dos de sus dedos en ella. Los gemidos fueron en aumento, al igual que la humedad en el interior de Emma. Alexandra también comenzaba a excitarse nuevamente, así que, completamente segura de cual seria el siguiente paso, le quito a su amiga la ropa interior y, pasando una pierna por encima de ella, y la otra por debajo, coloco su femineidad frente a frente con la de Emma, y comenzó a frotarla contra ella con suavidad. Sus clítoris completamente duros se rozaban, haciendo que el calor de sus cuerpos aumentase como si estuviesen haciendo el amor sobre la chimenea que tenían frente a ellas. Sus jugos, que comenzaban a desparramarse y ser cada vez mas abundante debido a la excitación de ambas, se mezclaban en medio de esa danza de caderas. La fricción era cada vez mas intensa y sus gemidos comenzaban a ser mas constantes y seguidos. Ambas masajeaban sus pechos y retorcían sus pezones para aumentar al máximo la excitación. Sabían que no iban a aguantar demasiado tiempo mas, así que, aumentando sus movimientos al extremo, rozando sus clítoris con fuerza, llegaron juntas al orgasmo, ahogando un gran gemido. Sus calidos jugos interiores las inundaron a ambas como cataratas de placer y allí quedaron, completamente unidas por unos segundos, tratando de recuperar el aliento y recobrar la movilidad luego de aquella placentera sensación.

Cuando ambas se recompusieron, se sentaron nuevamente y comenzaron a vestirse en silencio. En el momento en que ambas estuvieron vestidas con sus respectivas ropas, se miraron a los ojos y volvieron a enredarse en un calido beso. Sonriéndose la una a la otra, se pusieron de pie, y abrazadas, una con la mano en la cola de la otra, prometieron jamás contárselo a sus novios, seguir haciendo el amor con ellos, pero al mismo tiempo, darse esa dosis de amor de amigas todas las noches que les fuese posible.